Una sencilla tarea con muchos beneficios

Desde muy pequeños, les enseñamos a nuestros hijos la importancia de adquirir ciertas conductas y hábitos para su desempeño escolar, social y del desarrollo; con esto conseguimos que los niños sepan desenvolverse en el mundo. Sin embargo, poco les enseñamos acerca del manejo de las emociones y su importancia para el bienestar personal y social.

A pesar de que los niños no se enfrentan a las dificultades y retos que solemos afrontar los adultos, para ellos el día a día está lleno de grandes desafíos, a los que no podemos restar importancia, ellos manejan sus propios niveles de tensión y estrés. Por esta razón, debemos también enseñarles y suscitar en ellos rutinas de relajación que promuevan la identificación, el control y la regulación de estas emociones y medir las consecuencias de las mismas.

La tensión es una sensación que los niños pueden experimentar con frecuencia, esta puede variar, desde un sentimiento de incomodidad hasta una tensión generalizada acompañada de preocupación durante todo el día, también encontramos niños que manifiestan sentir presión derivada del deseo de tener éxito, de tener la razón, sentirse valorado por sus padres y compañeros, sin dejar a tras los problemas familiares.

Las tensiones que manejen los niños, afectaran su rendimiento escolar y social, y si no se manejan de una forma apropiada pueden incuso conllevar a trastornos de ansiedad o depresión infantil.

Por esta razón, en SERCRECER queremos invitaros a practicar técnicas de relajación con los más pequeños, lo que puede ayudar a establecer conciencia de las tensiones corporales y desarrollar habilidades para evitarlas, de esta manera disminuir la ansiedad y se desarrolla un alto grado de autocontrol.

¿Cómo hacerlo?
Nuestra Directora, la Doctora Elianeth Gómez Escobar ha creado un excelente plan de trabajo.

Es recomendable que las sesiones no excedan los 15 minutos. Se le debe explicar al niño que la sesión o los ejercicios le ayudarán a relajarse y sentirse calmado, especialmente cuando se sienta tenso o inquieto. En primer lugar, los niños deben tener ropa cómoda y su postura debe ser igualmente confortable, en la media de los posible, aunque las primeras veces siempre será difícil, se debe solicitar al niño que cierre los ojos y que siga las instrucciones con cuidado, aunque estas
puedan parecerle tontas. Se pueden elegir algunos de los ejercicios, no necesariamente deben ser todos.

Manos y brazos: Vamos a pedirle al niño que imagine que tienen un limón en la mano derecha y que lo exprime hasta sacar la última gota, cuando ya no tenga nada de jugo, lo puede dejar caer.

Repetir con a otra mano. Es importante que el niño reflexione acerca de la sensación en su mano y brazo.

Brazos y hombros: Invitemos a los niños a imaginar que somos gatos y que nos desperezamos como unos gatos dormilones, estirando nuestros brazos al frente y hacia arriba lo más estirado que se pueda, disfrutar de la sensación y reflexionar acerca de las sensaciones.

Hombros y cuello: Ahora la invitación que se le hace al niño es a imitar los movimientos de una tortuga, escondiendo su cabeza en el caparazón, es decir que el niño debe levantar los hombros simulando esta acción y luego tratar de estirar el cuello como si la tortuga quisiera echar un vistazo.

Mandíbula: En este punto, la idea es que el niño trabaje los músculos de la mandíbula. Por esta razón debemos indicarle que debe sentir como si masticara un chicle muy grande, durante varias repeticiones y luego permitir que su mandíbula se relaje y explore las sensaciones que le produce tensionar y distensionar la mordida.

Cara: Vamos a mover todos los músculos de la cara, entonces pedimos al niño que imagine un mosquito muy molesto que se posa en su nariz, y no debe usar la mano para quitarlo, entonces moviendo la nariz, los, ojos las cejas y cualquier otro músculo facial debe tratar de espantar el molesto insecto. Nos detenemos y experimentamos la sensación.

Estomago: El niño debe imaginar que está en un hermoso bosque acostado mirando las nubes. La idea es que tengan a la mano un colchoneta, tapete o toalla donde efectivamente el niño pueda recostarse. Imaginando que están allí, en el bosque, un gran animal aparece y sin querer se va a parar encima de sus estómagos, de tal manera la única solución es ser muy fuertes y soportar el peso, para esto debemos poner muy duro el abdomen contrayendo todos nuestros músculos y
esperar que el animalito pase por encima de nosotros. De esta manera cuando haya pasado, podemos descansar.

Piernas y pies: Vamos a recrear con el niño una escena en la que estamos en un gran lodazal, y hay mucho lodo debajo de nuestros pies, es ideal estar descalzo y mover los dedos de los pies como si escurriera el lodo. Luego, invitar al niño a pisarlo con fuerza, tratando de aplastarlo usando todas las fuerzas de las piernas y luego relajar.

Para finalizar:
Después de terminar los ejercicios, le decimos al niño que es hora de relajarse, pueden estar acostados con los ojos cerrados conscientes de su respiración y de todas las sensaciones que aprendieron durante el ejercicio. Pueden tomarse un momento para compartir estas sensaciones y el resultado final del ejercicio, la idea es sentirse con más energía, un poco más liberados.

Este tipo de ejercicios, o uno de vez en cuando ayudarán a todos a mejorar su control de las emociones y la capacidad de la consciencia de nuestro propio cuerpo y sus emociones.

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