Durante los últimos años el sistema de salud en el mundo ha promovido de manera eficaz y exitosa los programas de Promoción y Prevención (PYP), como una medida que garantiza que los problemas de salud se reduzcan drásticamente lo que genera ahorro en términos de recursos financieros y humanos, mejora la calidad de vida de las personas y el bienestar de la sociedad en general. Estos programas han impactado positivamente a las comunidades, dentro de los más destacados están los programas de vacunación, controles prenatales, seguimiento al desarrollo, chequeos periódicos, etc.
Sin embargo, en términos de salud mental aún no se han logrado concientizar a las personas ni generar las acciones estatales que permitan la creación de los programas de manera eficiente. Y no es de extrañarse, hasta hace pocos años, los temas de salud mental continuaban siendo un mito en las sociedades, las enfermedades mentales o los trastornos, eran considerados rarezas, de las cuales familiares y sociedades se avergonzaban y veían como algo ajeno.
Con el paso del tiempo y la evolución en términos de estudios e investigaciones científicas, estos preconceptos han ido modificándose, al punto que buscar ayuda psicológica ya es un consejo común en muchas conversaciones, o incluso recurrir a los servicios de psiquiatría. Pero casi siempre es la última opción, es decir se recurre a buscar ayuda terapéutica cuando el problema es de magnitudes alarmantes.
Y es que, al parecer, aún no existe conciencia con respecto a que sin salud mental no hay salud, por lo que, en las conversaciones familiares es común hablar de chequeos médicos, exámenes para descartar problemas cardiacos, de presión sanguínea, incluso cáncer, pero nunca se habla de problemas de salud mental y de la prevención de los mismos. Aún existe el tabú con respecto a que son rarezas que se presentan solo en contadas excepciones y que son causa de vergüenza.
De acuerdo con la Constitución de la OMS (Organización Mundial de la salud), “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Es tan delicado el tema que la salud mental es el fundamento del bienestar individual y, por lo tanto, el funcionamiento eficaz de la sociedad.
Las familias pueden tener en cuenta algunas medidas de promoción y prevención de salud mental:
- Promoción de un entorno saludable, respetuoso y agradable para la convivencia de todos los miembros de la familia.
- Apoyo a los más pequeños en términos educativos, promover una cultura del conocimiento y mantener escolarizados a los niños.
- Promover el juego y compartir espacios al aire libre.
- Promover en casa el respeto por los mayores (abuelos) brindando afecto y atención suficiente.
- Desestimular el uso de alcohol o drogas, promover la alimentación saludable y buenos hábitos en general.
- Promover la comunicación familiar, para poder profundizar en los problemas que aquejen a los miembros de la familia y ser colaborativos, las cargas no deben recaer sobre un solo integrante de la misma.
- Ante todo, mantener relaciones afectuosas, sanas, con tolerancia y respeto.
De esta manera, podremos desarrollar conciencia con respecto a la importancia de la salud mental y su relación directa con el estado de salud en general, el bienestar de los individuos y el desarrollo de la sociedad en términos de capital humano y estabilidad general.
Por eso no hay que dudar cuando el malestar emocional se torne constante, cuando se afectan la estabilidad, la capacidad de respuesta a las situaciones cotidianas se pierde, o cuando simplemente se requiere buscar asesoría psicológica, son muchos especialistas capacitados a su servicio para abordar estas problemáticas de la mejor manera posible.
La promoción y prevención de la salud mental nunca consistirá en la evitación del problema, sino en el descubrimiento de la manera más eficaz para enfrentar todas estas situaciones que hacen parte de la vida misma.